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Los tabaqueros y José Martí

25 Jan, 2021

Los tabaqueros y José Martí

“¡De todos los cubanos… Pongamos alrededor de la estrella en la bandera nueva, esta fórmula de amor triunfante: Con todos y para el bien de todos!” Concluía así el discurso que dio José Martí tras su llegada a Tampa entre emigrados cubanos, tabaqueros en su mayoría, el 25 de noviembre de 1891.

“Fervoroso y sabio discurso” que levantó clamoroso el entusiasmo, los abrazos, las viva, los aplausos y el resonar de las chavetas contra las mesas de torcido de los muchos cubanos allí reunidos. El Apóstol había llegado ese mismo día y en el apeadero fue recibido por muchos hombres entre abrazos y apretones de manos. Realizaría en esta jornada, dos de los más encendidos discursos de los muchos de su autoría, motivando sobre la unidad e independencia de Cuba: “Con todos y para el bien de todos” y “Los Pinos Nuevos”.

Desde el estrado del lector de tabaquería de la Martínez Ibor, el Apósto rompió el silencio y se dirigió a los allí presentes. Francisco María González Quijano, lector de la fábrica Eduardo Hidalgo Gato de Cayo Hueso, había viajado a Tampa para la ocasión y seguía las palabras del Maestro y las inmortalizaba  gracias a su habilidad en la taquigrafía. La visita de José Martí al enclave marcaba una vez más el latido sentido de los que allí vivían y el cuánto de amor por su Patria.

Dos días después, aún en Tampa, el 27 de noviembre; justo cuando se cumplían 20 años del Fusilamiento de los Estudiantes de Medicina, Martí pronunció un discurso fundamental: 

“… Era el paisaje húmedo y negruzco… y en lo alto de las nubes desgarradas, un pino, desafiando la tempestad, erguía entero su copa. Rompió de pronto el sol sobre un claro del bosque, y allí, al centello de la luz súbita, vi por sobre la yerba amarillenta erguirse, en torno al tronco negro de los pinos caídos, los racimos gozosos de los pinos nuevos. ¡Eso somos nosotros: Pinos Nuevos!”. Y nuevamente se hizo la alegría entre quienes escuchaban al Apóstol, los cuales resultaron a la postre, piedra angular al apoyo para la Guerra Necesaria que comenzaría en 1895. 

Personalidades como el español Vicente Martínez Ibor, propietario de una fábrica de Cayo Hueso y el cubano Eduardo Hidalgo Gato, también dueño de una factoría y lectores como Francisco María González y José Dolores Poyo fueron artífices en la organización y desencadenamiento de la lucha.

Las comunidades cubanas en Tampa y Cayo Hueso comenzaron su asiento, en estos lugares, alrededor de los años treinta del siglo XIX, motivados por la similitud del clima. Al comienzo de la Guerra de los Diez Años en 1868, producto de la crisis económica generada, el llamado a filas y la actuación de los regimientos de voluntarios contra los partidarios de la revolución independentista cubana, unas 20 mil personas salieron de la isla hacia el norte. Muchos de estos eran, tabaqueros y se asentaron en regiones como Tampa, Cayo Hueso, Nueva Orleans y New York.

Según un diario de la época en Cayo Hueso, “los cubanos con su constancia e inteligencia y laboriosidad, de un ávido peñón en medio de los mares, han hecho una ciudad comercial; la más importante del Estado de la Florida”. Y se mantuvieron fieles a las ideas independentistas  sin que el anexionismo encontrase eco en ellos.

Barrios enteros de Tampa y Cayo Hueso fueron levantados por trabajadores tabaqueros que llegaron de Cuba que constituyeron también asociaciones con intereses a fines de Cuba. Tanto así, que fue el patriota José Dolores Poyo quien organiza y preside la Asociación Patriótica de Cayo Hueso integrada, en su mayoría por trabajadores del gremio.

José Dolores Poyo Estenoz, fue también lector de tabaquería, encabezó el Club Patriótico Cubano y en 1876 publicó el periódico El Yara, el cual se leía en las tabaquerías de la emigración y circulaba clandestinamente en la isla. Trabajó como lector en la fábrica Martínez Ibor y en la de Ellinger y estuvo entre los que recibió a Martí el 25 de diciembre de 1891 a su arribo a Cayo Hueso un mes después de haber estado en Tampa.

Las ideas simpatizantes con el independentismo de los emigrados cubanos radicados en estos territorios perduraron de tal forma que las autoridades coloniales siempre vieron con recelo el desarrollo de la vida social y económica de allí. 

Cuando Martí decide visitar el Cayo, estaba precedido por figuras como Francisco Vicente Aguilera en 1874 y Máximo Gómez en 1885. Su presencia había sido esperada con beneplácito que el consulado español no vio con agrado.

En un intento de neutralizar las actividades patrióticas, se intentaron reclutar a rompehuelgas, lo que originó la creación, entre los cubanos, de la agrupación “La Tranca” dedicada a impedir el desembarco de españoles en el cayo. 

Martí fue recibido en la fecha señalada por José Dolores Poyo y cumplió varias jornadas de intenso trabajo. En su estancia en Cayo Hueso, discutió las Resoluciones de Tampa y aprobó las Bases del Partido Revolucionario Cubano así como sus Estatuto Secretos. Fueron los asentamientos de Tampa y Cayo Hueso vitales en la organización y apoyo de la Guerra del 95. 

Las lecturas de tabaquería dotaron al sector de una preparación y visión más adelantada e ilustrada, con respecto a otros gremios de obreros. Los tabaqueros tuvieron una clara conciencia de la realidad política y social de su contexto y un mayor apego e identificación a la causa independentista, cuyo resultado ha sido, hasta el presente, una significativa huella en la historia de Cuba.


Fuentes: 

El Habano. Lengua, historia, sociedad de un producto tanscultural. Laura Mariottini y Alesandro Oricchio.

Nuestro Martí. Herminio Almendro.

Cuadernos Martianos III.

Obras Completas de José Martí


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